Los gases refrigerantes y agentes expansores fueron cambiando a través de la historia de generación en generación con el objetivo de minimizar los perjuicios para la salud y el medio ambiente.
Los freones eran perjudiciales para la salud, lo que obligó a migrar a otros gases, de segunda y tercera generación, estos son los hidrofluorocarbonos (HFC), que vinieron a reemplazar a los clorofluorocarbonos (CFC) e hidroclorofluorocarbonos (HCFC), todos con potencial de producir efecto invernadero.
En 1987 se estableció el Protocolo de Montreal, que buscaba proteger la capa de ozono al reducir la producción y consumo de sustancias que le causan algún daño.
Debido a esto, se prohibió el uso de los CFC, ya que utilizaban cloro en su composición. En ese momento, la industria decidió elaborar compuestos con bases de flúor y desarrolló los HCFC y los HFC.
Estos sustitutos reducían el impacto en la capa de ozono, pero contaban con un alto potencial de calentamiento, por lo que aportaban al calentamiento global.
Por ello, en 2016 se estableció la Enmienda Kigali, que entró en vigor en el Protocolo de Montreal en 2019, con el fin de reducir el uso y la elaboración de los HCFC y HFC.
Los gases HFC se utilizan en refrigeración doméstica y comercial, refrigeración móvil (camiones que transportan carne, frutas y lácteos), incluso en aire acondicionado (tanto fijos, como automotrices).
Además de estos refrigerantes sintéticos, están los orgánicos e hidrocarburos.
Los refrigerantes orgánicos, aún no tienen las cualidades para ser utilizados en la industria.
En comparación con el HFO, los orgánicos tienen aún mayor costo de producción y corroen más rápidamente las tuberías. Los refrigerantes sintéticos a base de flúor, de carbono y cloro son inertes para las tuberías, no las dañan.
La diferencia en el costo de producción se debe a que el amoníaco es un compuesto que tiene que almacenarse en un material especial, ya que tiende a corroer los metales, lo mismo que con el dióxido de carbono.
En el caso del nitrógeno, su alto costo se basa en que hay que destilarlo de la atmósfera y esto implica un proceso más caro que producir los fluorocarburos.
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Además, son menos eficientes, lo que significa que el motor tiene que usar mayor energía en la compresión para lograr el mismo grado de enfriamiento.
Otra dificultad es que los refrigerantes orgánicos no se pueden reutilizar, lo que genera mayores desperdicios.
La Enmienda Kigali busca reducir los gases de efecto invernadero y limitar el calentamiento global, ya que propone reducir de manera gradual la producción y el consumo de los HFC en más del 80%, durante los próximos 30 años.
Se espera que para el 2024 los países en desarrollo alcancen a congelar los niveles de consumo de HFC y con esto contribuir en gran medida con los objetivos del acuerdo de París.
Cómo funciona el calentamiento global (GWP – Global Warming Potential) – A mayor concentración de gases, más energía atrapada y por ello empieza a aumentar la temperatura. Al ser gases con alto potencial de calentamiento, con una poca cantidad que se libere a la atmósfera, se va a absorber mucha energía.
Acá un gráfico de cómo funciona el efecto:
En Pochteca LATAM estamos comprometidos con nuestro planeta, por lo que hemos eliminado todo el HCFC del uso en nuestras fabricaciones de sistemas y estamos en proceso de eliminación de los HFC para este 2021, pasando a gases refrigerantes y agentes expansores de cuarta generación (HFO).
Las HFO son compuestos orgánicos de doble enlace con una menor vida atmosférica, por lo que tienen menos impacto ambiental, un muy bajo potencial de calentamiento atmosférico y tienen más eficiencia energética”
Nuestros poliuretanos son aptos para Ciclo/Isopentano y n pentano, hidrocarburos que no afectan la capa de ozono y su calentamiento es extremadamente bajo.
Producimos también nuestros sistemas de poliuretano rígidos base acuosa para múltiples aplicaciones, obteniendo productos que no afectan la capa de ozono y con calentamiento global prácticamente cero.
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